06 octubre 2008

YACIMIENTO ROMANO DEL CERRO DE LA CEBADA. EL CAMPILLO (II)



Angel Fuentes Domínguez
Adriano Gómez Ruiz

EXCAVACION:


Libre la zona de malezas y en una limpieza general para facilitar el dibujo de las plantas descubrimos una quinta sepultura que presentaba una gruesa losa de cobertura, la cual situamos en el plano y decidimos no excavar, sino respetarla para una posterior comprobación. Prestamos toda nuestra atención a la tumba nº 4, que no conservaba la lasa de cobertura. Tras desalojar ‘una capa de 10 cm. de tierra vegetal, nos aparecía otra mas compacta y oscura, aunque las raíces de los matorrales penetraban profundamente. Entre pequeñas partículas óseas y a unos 25 cm. de profundidad, orientados hacia el oeste en la mitad inferior de la tumba, pusimos al descubierto dos fémures literalmente pulverizados, hasta tal punto que era imposible la labor de aislamiento de las tierras circundantes. No aparecieron más partes del esqueleto, atribuyendo el fenómeno a la acidez de la tierra.

En la capa color ceniza oscuro, en la mitad este de la tumba y al mismo nivel en que se hallaban los únicos restos aseos, apareció una moneda de cobre (inv. 3). La criba de toda la tierra sólo proporciona pequeñísimos fragmentos de huesos.


Además de la moneda mencionada, formaban el ajuar de esta sepultura dos pequeñas jarritas (inv. 4 y 5) parecidas en material y cochura a las que ya habíamos conseguido recuperar de las tumbas anteriores, situadas en la cabecera una de ellas y la otra a los pies de la inhumación, en sendas esquinas de la pared lateral izquierda. Rebajamos hasta 41 cm., a cuya profundidad nos apareció la roca madre.

Con el material recuperado y el informe confeccionado por nosotros nos trasladamos a Huelva y nos dirigimos al, por aquel tiempo, Comisario Provincial de Excavaciones, con la idea de entregar los ajuares, las notas de campo, los planos y dibujos y registrar el yacimiento. Por desgracia, y sin saber las causas que le llevaron a ello, no nos quiso recibir, provocando con esta actitud que la necrópolis del Valle de Sevilla no se diera a conocer en su momento.

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