22 febrero 2011

Vías romanas

Como en tantos otros aspectos, la civilización romana transformó radicalmente el escenario de las comunicaciones de la Península Ibérica, construyendo la primera red viaria digna de tal denominación. Tras su pérdida, no se restableció una red similar, en extensión y calidad, hasta el siglo XIX.

La red de calzadas de la Bética era la más densa de la Península, especialmente en su parte occidental. Estaba estructurada por tres ejes de largo recorrido que fueron acondicionados por los romanos sobre caminos preexistentes. La Vía Augusta era el eje fundamental, que unía las capitales de los cuatro conventos jurídicos (Gades, Hispalis, Corduba y Astigi) y resultaba estratégica para los movimientos militares, el comercio, la burocracia y el correo. La vía litoral, con frecuencia denominada Heraclea, unía Cádiz con Cartagena, enlazando posteriormente con la Vía Augusta. La Vía de la Plata, cuya denominación tal vez no tenga relación con el metal sino con su pavimento, unía Mérida y Astorga, continuando al norte hasta Gijón y al sur hasta Sevilla.

La red viaria romana no se reducía a la trama de calzadas, que eran sólo las vías principales dentro de un sistema que completaba un conjunto de vías secundarias mucho más amplio. Se trataba de un sistema jerarquizado en el que los distintos rangos se diferenciaban tanto por funcionalidad como por las características de su construcción o por el estamento administrativo al que le correspondíasu ejecución y mantenimiento.

Ingeniería y recursos

Medios de transporte
Aunque el carro ya se usara en la Península mucho antes de la llegada de los romanos, su uso se extendió con las nuevas posibilidades que ofrecía la excelente red de calzadas y caminos. También se multiplicaron los tipos de carruajes al uso, tanto de dos como de cuatro ruedas, y se mejoraron tecnológicamente. A caballo podían hacerse, como media, viajes a razón de unos 70 km diarios, aunque Julio César hizo algunos de sus históricos recorridos doblando esa velocidad. Uno de ellos lo llevó a Porcuna (Jaén), disponiéndose al enfrentamiento con los hijos de Pompeyo en Munda.

La construcción de calzadas
De forma esquemática, podría decirse que las calzadas eran las vías de mayor valor estratégico para los intereses del Imperio. Se construían a cargo del Estado aplicando una avanzada ingeniería: varias capas de firme, pavimento de losa, medianera elevada y vierteaguas a los márgenes, y una anchura de unos seis metros, de modo que los carruajes pudieran cruzarse sin dificultad. Por el contrario, las vías de segundo orden solían depender de los municipios, siendo raramente enlosadas, aunque algunas sí afirmadas, mientras que otras eran caminos de tierra aplanada.

La fábrica de los puentes
Los puentes tenían, desde luego, una gran utilidad, pero su factura podía tener también dimensión monumental, como es el caso del de Córdoba. En cualquier caso, los constructores de puentes eran especialmente valorados en el Imperio y de su calidad da cuenta el número de estas obras que aún se conservan en Andalucía y que incluso siguen en servicio, aunque representen una pequeña parte de las que existieron.

Un tramo central de la Vía Augusta

Puentes
Aún hoy se conservan numerosos vestigios de puentes romanos, y no pocos se mantienen operativos. El principal de la Vía Augusta, y más monumental, era el puente del Guadalquivir en Córdoba construido en tiempos de Augusto. Hasta el siglo XIX no hubo más puentes aguas abajo. También pertenecían a la Vía Augusta el puente de Alcantarilla sobre el río Salado de Morón, en Sevilla, el Puente de Pedroche, o el puente de Villa del Río, en Córdoba, que soportó el tráfico de
la carretera nacional hasta 1965. Aguas arriba, el puente de Andújar puede ser considerado el segundo en importancia de la Bética.

Miliarios
El amojonamiento se hacía mediante miliarios, estelas de piedra colocadas en los márgenes de las vías cada milla romana (1.481 metros), equivalente a mil pasos. En ocasiones cada cien pasos se colocaban otras piedras más pequeñas, los tabellarii. Era frecuente que en los miliarios se inscribiera información sobre distancias o sobre los responsables de la construcción o reparación de la vía. En Andalucía se han encontrado un centenar de miliarios con alusiones a veintiocho emperadores. Aproximadamente la mitad de ellos pertenecen a la Vía Augusta.

Calzada
Las calzadas contaban con distintos tipos de infraestructura de apoyo para los viajeros. Los mansos o mansiones eran lugares de descanso, provisión de víveres y atención a la caballería. Podían ofrecer más o menos prestaciones, como hospedería o alquiler de caballos y carruajes, siendo en algunos casos, además, bases de destacamentos militares. La frecuencia con la que se distribuían dependía de la importancia y el uso de las vías, aunque podía ser normal encontrarlos cada 20 o 25 millas romanas, o sea unos 35 km. Existía, además, una red de postas para relevo de caballería, complementaria a la que formaban los mansos El origen de algunas poblaciones actuales se vincula con estos lugares de parada y servicios en las rutas.

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